Capitulo III.
Las tierras de Ademuz. La gente de la ecoaldea. Los perros. Amor.
En silencio sentado en el suelo a semioscuras Manuel acaricia a sus perros.
Luna le mira brillándole los ojos mientras escala por sus piernas para caer mecida en sus brazos. Sus ojos marrones oscuros parecían una balsa tranquila de chocolate. Brillantes resplandecen emocionada y reconfortada por las caricias.
No paraba monótona e inagotable de lamer los brazos de Manuel. En esa posición estaba abstraído pensando ¿cual era su sitio en el mundo?
Tras 29 años todavía no lo tenía claro.
Empezaba la vida a serle demasiado cansada, un oscuro círculo homeostático sin alcanzar nunca un estado optimo.
Las ilusiones pasaron no hacia todavía demasiado, dejando en su lugar un agujero negro de desesperanza al que iba.
Sus tres perros abandonados eran su principal vínculo afectivo, quizás por eso, por perros y por abandonados.
De perros y gatos a los que la gente daba su único y leal amor, el mundo se estaba llenando. Tras la renuncia por desesperación y depresión de muchas personas al hombre. ¿Qué les queda tras darle muerte a este?- El perro.
En Manuel su zoofilia no había llegado a este extremo de refugiarse en ellos y humanizarlos, aunque los quería y aprendía de ellos. Seguía viéndolos como seres de otra especie con su propia personalidad y peculiaridades propias de su naturaleza.
Su forma de vida, por converger con la suya, pudiendo denominarse de estilo perruno, hizo que estuvieran los cuatros muy avenidos. Más que un refugio emocional- afectivo, aquello era a veces una camada de tres perros y un homínido. Y en vez de ser como acostumbran los perros a ser hominizados, fue el homínido perrunizado.
Ellos no querían otra cosa que un plato de comida una vez al día, alguna que otra caricia, grandes paseos, tiempo libre para tumbados al sol convertirse en campo de aterrizaje para las moscas. Esa si era noble faena- pensaba Manuel.
En eso se debía trasformase la vida de las personas: En poco trabajo, ninguna ambición, paseos, largas horas bajo el sol durmiendo y quizás soñando, dormir, dormir, no más. Una de sus muchas preguntas no resueltas era como conseguir ese simple plato de comida. No deseaba como sus perros nada más, pero por la desventaja de ser hombre con sus cargas de ansiedad y cobardía que arrastra en su contrahecha naturaleza temía y se preocupaba, a diferencia de los canes, de carecer de yantar.
Más valía pasar necesidad racionando la comida desde el último trabajo y tener días de asueto, que trabajar de forma seguida aunque tuviera abundancia alimentaria al precio del sufrimiento de la carencia de libertad y el peligro para la vida que impone el burgués en sus galeras imperiales.
-Hare lo mínimo, no más de lo que necesite- se juro- seré como ellos.
Hasta ahora en la vida de Manuel su juramento lo había cumplido a mitad. Siempre que pudo huyo de las bárbaras cadenas del trabajo mecánico que impone el empresario a la carne humana, en base a las necesidades y miseria moral de los embrutecidos empleados de las fábricas de azulejos de Castellón.
Muchas veces le toco sacrificarse. Recordaba uno de los tantos trabajos humillantes hecho en ese infierno dentro de la vida, llamado por el funcionario vida laboral.
En una fábrica de Onda de azulejos trabajo hacia tres años, aguanto unos meses. Hasta que tuvo lo necesario para comprar arroz y patatas para bastante tiempo, y algo para combustible y luz, siendo estas sus únicas necesidades.
Lo contrato una empresa temporal donde personas sin cualificación, los llamados trabajadores de tercera, eran reclutadas para servir de carnaza en centros de trabajo. Allí trabajaba cambiándole los turnos: día, noche, tarde según conviniera a la producción fluctuante, o por puro capricho para ver los estragos de alterar los circadianos.
Un día trabajaba de noche, al día siguiente le decían:
eh tú, el de la temporal ven mañana por la tarde.
Si trabajaba por la tarde al día siguiente iba por la mañana.
Trabajaba seguidos 26 días, libraba 4 al mes, pero no consecutivos, algún martes o miércoles generalmente. La ilustre faena era como los horarios: llevadera.
Medio zombis se dedicaban a empaquetar azulejos recién salidos del horno abrasándose los dedos al romperse del calor, del trabajo, los guantes que les daban cuando los habían.
Tenían 5 segundos entre caja y caja para empaquetar más de 25 azulejos que pesaban bastante.
El derecho a media hora de descanso en un acuerdo sindical se lo quitaron. Muy satisfechos quedaron del trato dado a los trabajadores, tanto patronal y sindicatos. Todos salieron ganando gracias al dialogo y a la empatia que proporciona ponerse en el lugar del otro. El empresario ganaba por no parar las máquinas, los trabajadores cobrarían de su esfuerzo 5 euros al día más que sus compañeros de bombos, molinos, hornos al celebrar estos el descanso. A muchos hormeros el almuerzo se le atragantaba de haber perdido semejante oportunidad.
-Malditos sindicatos y gentuza inútil de las temporales- decían desde la ventana de los comedores donde se les podía ver trabajar a los e.t.ts cargando azulejos y soplándose en los dedos.
Estos les envidiaban tanto, que cuando los cargadores- empaquetadores de cajas levantaban la mano como les indico el capataz debían hacer para ir al lavabo, al no poder dejar” jamás” desatendida la máquina infatigable en su vomitera de azulejos. Estaban confinados en la salida del horno donde cocidos miles de azulejos salían para caer en sus manos. No acudía nadie a su llamada.
-Ese no es mi trabajo, a mi no me pagan por empaquetar azulejos- les contestaban riendo.
Los desgraciados estos, al rato de no ser atendidos por nadie, estando todo el mundo muy ocupado en sus sacras labores muy definidas, bajaban el brazo y seguían recogiendo azulejos para empaquetar.
Alguno que otro se orino encima, o con suerte lo hacia como podía bajo las cintas del horno rápidamente para que no cayeran demasiados azulejos al suelo y les gritaran humillándoles tratándoles de inútiles incontenciosos delante de todos. O el terrible despido por meones.
Repasando todos los trabajos sufridos y evaluando la gente que en ellos había conocido llego a una conclusión evidente: debía salir de todo eso. ¿Cómo?
Esa era la clave. No consumiendo gano tiempo en su condición de carne de cañón, pero era una solución temporal.
Manuel deseaba una vida como la de sus perros o la de los pájaros que volaban por encima de su casa. Mucho más libres que cualquier trabajador de Castellón. Esos animales bajaban del cielo y obtenían el grano necesario para alimentarles, no se lo entregaban a otro de su misma especie para convertir su regalo en servidumbre perpetua.
-Me he esclavizado a cambio de nada. He sufrido la afronta del opresor burgués en silencio, resignado. ¿Qué me ha obligo a estar obedeciendo contra mi voluntad sin dar rienda suelta a mi cólera con su sangre? Será mi naturaleza cobarde, mi debilidad. ¿Qué hubiera sacado haciendo justicia? La justicia la habría hecho el poderosos conmigo haciéndome pasar media vida en prisiones, y aun ganarían dinero conmigo haciendo hacer trabajos forzados. ¿Habrá alguna solución a toda esta violencia y barbarie? Parece todo el mundo interesado dejar las cosas así. Incluso los oradores del cambio firman acuerdos que nos llenan de ignonimia y estupor. Me alejan de ellos con su falta de moral y de principios. ¿Será su ideología un producto de su disonancia cognitiva? ni siquiera en su cinismo, les acarrea la más minima tensión moral sus mentiras. Vedlos con que naturalidad se comportan los hipócritas colocados en cualquier manifestación de poder, sindicatos, ong, o asociación a defender a los pobres; y los pobres ¡imbeciles! resignándose pacientemente a serlo, viendo estúpidamente como hablan de ellos sin hacer nada. Algunos de soportar tantos discursos, intrusiones mentales, y buenas intenciones hasta la rabia y el odio les han capado. Sus amados protectores, freno de las aspiraciones de los desposeídos, una vez han convencidos a estos de las bondades de la paz social y de aguantar la pobreza sin violencia.
No conduce a nada la sangre- gritan desde las tribunas.
Tras el discurso van a cobrar su talón, asegurando tranquilidad a los cuellos burgueses de su única pandemia posible, la Guillotina.
Para salir de esa situación Manuel buscaba gente de principios semejantes. Unidos entre todos podrían emanciparse, solo con el colectivo podría salir adelante, de forma individual estaban destinados inexorablemente a la esclavitud.
La pobreza moral y física de las fábricas: nido de gente viciosa, mala, cruel, codiciosa, alienada. Sucios, llenos de violencia contra todos, contra la vida, contra sí mismos, pero sumisos e influenciables al poder, en esos centros de internamiento o de trabajo pululaba la llamada clase trabajadora. Merecidamente tenían ganado su último peldaño en la existencia humana.
Para desilusión de Manuel entre los libertarios no le fue mucho mejor que entre los fascistas de las fábricas.
Reinaba la apatía y la resignación de saberse perdedores. Escollados y residuales, sin dar un enfoque vigoroso a la ideología del s XIX, o con la praxis poner en marcha proyectos colectivos y hacer frente al zarpazo dado por el capital a millones de heridas existencias. Sus miembros habían caído en la depresión del negativismos y del derrotismo, hasta esta palabra la transformaron para que significara lucha social.
El enemigo era un gigante que no paraba de crecer, en ellos las fuerzas menguaban por abandono en sus filas. Era una hidra el burgués: le cortas una cabeza y le salen dos. ¿Contra eso, como luchar? Algunos se preguntaban si no sería mejor aceptar el individualismo y empezar a hacer la revolución interior.
Los había que desertaban de sus filas o no ingresaban por tener pareceres diferentes mostrados en algún comentario de opinión sin mucha importancia pero elevado a motivo para irse o vivir sus principios de forma individualista. Esos eran los anarco- singel.
-¿He de ir yo con esos? para mi esos no son anarquista ni nada, yo no pienso como ellos, así que me voy, yo pensaré por mi y haré la revolución desde dentro de mí, yo soy mejor que ellos.
La discusión podía deberse a que un compañero se indignara por la incultura sindical de otro al no saber quien era Malatesta u Owen.
Los había que se iban por motivos más coherentes, donde la soberbia individualista del saber o los motivos emocionales de las discusiones no eran el componente del abandono, y si la falta de iniciativa.
Manuel, llegado a estos extremos en unos tiempos de relativismo incoherente, volvió a mirar a sus perros: luna, Blaqui, Boira.
Dependían en cierto modo de él y eso le aterraba. Pedían poco: un plato de arroz con algún hueso viejo, o una ligera ración de pienso imposible de empacharles.
-Si la crisis sigue así no se que será se vosotros- le decía a luna, mientras continuaba con el aseo de su brazo.
La observaba tratando de divinar a través de inferencias que vida pasada arrastraría ella y los otros.
Recogió a luna en una cuneta hacia un par de años.
Una calida primavera del mes de Abril, la brisa embriagadora llenaba de aromas el monte. La vida discurría marcada por el reloj biológico del deseo del celo en hombre y animales.
Aparco el coche Manuel para cargar agua de una fuente cuyas gotas manaban ya escasas, anunciando sequía en estas tierras deshidratadas. Aburrido de ver como no terminaba de llenarse las garrafas, mientras la lenta procesión caía se acerco atraído por el amarillo de la avena salvaje reseca y polvorienta a un bancal.
Escucho un lamento, se acerco, vio una sombra retorcerse de dolor.
Con más detenimiento exploro entre la hierba, y encontró una perrita jadeando medio inconsciente. De estampa cazadora, parecía una podenca andaluz. Tenía una piel cubierta de pelo corto, de hermosa figura con los colores de la más regia fauna silvestre. Blanco salpicado de manchas marrones. Su tamaño era pequeño, muy utilizado este animal sufrido y trabajador en la caza de la perdiz. El animal no se entero del observador ocupada en el dolor. Emitía un ligero gemido, apenas perceptible, lleno de resignación y dolor ya abandonada toda esperanza de salvación, siendo ese su sordo consuelo, su adiós sin contestación y sin importarle a un mundo silencioso.
Su cuerpo, más pequeño de su tamaño real, estaba como la uva cuando tras secarse se convierte en pasa, aun así era hermosa su heroica silueta.
La causa de sus desdicha, es la natural tras ser abandonada. Desconcertado el animal deambularía vagabundeando por la carreteras hasta que paso lo inevitable, un coche la atropello. Tras acariciar Manuel al animal, le miro con cara de extrañeza para volver a caer la cabeza al suelo y seguir gimiendo. Intento levantarlo para examinar las heridas, no podía caminar tenía las dos piernas traseras inútiles y el vientre inflamado como un enorme balón de futbol apunto de reventar, seguramente el coche debió impactarle o pasar por ese lugar de su cuerpo.
Manuel se fue rápido al agua, con una navaja corto una garrafa de plástico donde puso agua. Fue hacia el animal, lo reanimo y le dio de beber.
Se desesperaba por beber.
Manuel le quito el agua para que no le sentara mal, desconociendo cuantos días llevaría sin hacerlo. Su cuerpo inerte estaba lleno de pulgas y garrapatas. La estaban devorando viva. Al no poder rascarse para quitárselas por estar impedida de la patas de atrás, y tampoco tener la movilidad necesaria para salir de allí, estas hicieron de su cuerpo un banquete. Acudieron invitados a tan generoso menú todas las pulgas, ácaros, garrapatas del lugar. Por su cuerpo invadido hacían tal procesión, llegando a ser difícil distinguir que era perro, o que era conjunto de pulgas.
Manuel la recogió y la llevo a casa. Le volvió a dar de beber y algo de comer suave, luego la limpio de pulgas y garrapatas, al día siguiente fue al veterinario y la curaron.
Luna la llamo. Las muestras de gratitud de Luna por su resucitador eran observables en un abanico de muestras de cariño.
Blaqui se acerco a olfatear a Manuel en busca se su caricia, acerco su enorme cabeza de pastor alemán y recibió unos cariñosos golpecitos en su frente, una ligera caricia descendió hasta bajo de su barbilla mientras estiraba el cuello para que lo acariciaran en esa posición. Era extraño encontrar a un perro de tanto valor abandonado, pero ni los animales, ni las personas considerados bellos se libran de pesares. Manuel siempre hizo conjeturas acerca del destino de este animal. La que más le gustaba era la hipótesis de un divorcio y su venganza. Estos animales son caros de comprar. Blaqui era de un tamaño impresionante con sus más de 50 kilos y en altura con casi 1, 70, era un macho grande, sano, fuerte, regio en figura y carácter. De ladrido agudo que intimidaba. Un animal con estas característica para cuidar una finca son cotizados y requeridos. Manuel solía pensar en Blaqui convertido en regalo de alguna pareja, o al hijo de un joven matrimonio. Debieron de separarse, al hacerlo seguramente el varón decidió vengar su desamor como lo hizo.
Lo encontró Manuel paseando con Luna a medio kilómetro de un vertedero, oculto entre unos garroferos. Un aullido lastimero lanzo a Luna hacia la victima indefensa de alguna venganza. Manuel siguió a Luna.
Lo encontraron frente a ellos atado. Su pena consistía en morir de hambre, sed y soledad. No llevaría más de un par de días, se le notaba algo desgastado, pero fuerte. Era noble de carácter, les recibió con simpatía a sus dominios menores de un metro, lo que daba la cadena, justo para tumbarse y sin poder evitar hacerlo sobre sus excrementos. Inclino la pata delantera en señal de paz y amistad.
Al principio Manuel no podía creer ver a un animal semejante con ese destino. Lo observo, le dio la poca de agua que llevaba, la engullo de forma inmediata. Lo soltó y empozo a correr alrededor de ellos jugando con Luna. Manuel aprovecho para inspeccionar el lugar. Sin ninguna construcción alrededor, ni persona ¿Qué hacia en medio de la nada ese animal atado de esas maneras? ¿Quién, y por qué hizo eso? Sin aclararse en sus explicaciones, decidió volver a atarlo, para pasar al día siguiente, por si tenía dueño y mientras estaba trabajando lo hubiera atado, aunque por el lugar no se veía a nadie. Presintiendo que mañana el animal estaría en el mismo lugar, sin agua ni comida. Manuel llamo a una protectora animales del pueblo. La protectora de San Antonio.
Conocía a Adela una de las coordinadoras otorgándose el titulo de presidenta. Era funcionaria de hacienda de profesión, y casada con un alto ejecutivo. Pasaba su tiempo libre, por ser funcionaria abundante, delicada a la causa de los animales. Habitual de los periódicos locales y la televisión local, donde promocionaba la responsabilidad hacia los animales, comentaba sucintamente los éxito de la protectora junto con fotos muy tiernas del antes y después de recoger aun animal. Se mostraba perros, gatos, cacatúas y demás fauna rescatada.
Quedaron para ir a ver al perro, como el camino a recorrer era un poco largo y no se podía ir en coche, Adela delegó en Pepin un maestro jubilado de gran fortuna, poseedor de varias fincas del pueblo. Fueron Manuel, luna y Pepin.
El animal seguía igual, nada indicaba que nadie pasó a soltarle o a darle agua y comida.
Lo soltaron inmediatamente, dándole de beber y comer, que hizo de buena gana.
Bueno-dijo Pepin-parece abandonado. ¿Qué haremos con el? Yo la verdad es que no puedo tenerlo, estoy muy estresado ya que tengo uno pequeñito que recogí el otro día.
Llamare a Adela a ver que nos dice. Marco en su móvil, no con mucha precisión se podía escuchar la voz de Adela.
-Oye Adela, el animal esta aquí, es un pastor alemán magnifico, sin duda esta abandonado seguramente querían matarlo ¿Que hacemos con el? Yo no puedo tenerlo, tengo al pequeño Ivanhoe y mi mujer esta harta de perros.
-Ponme con Manuel- le dijo esta.
-Manuel, ¿a ti como te vendría mientras le encontramos un hogar tenerlo una temporada?
-Yo como sabes no tengo dinero apenas, preferiría que lo tuviera otro, pero si es imposible no voy a dejarlo en esas condiciones ¿Seguro de tantos como sois nadie puede tenerlo?
-Ya sabes como es la gente, y con la cantidad de perros que andan abandonados por el pueblo… si puedes tenerlo una temporadita nosotros te daríamos pienso, un veterinario lo miraría gratis, por medios tú no padezcas que tenemos de sobra.
Finalmente se lo quedo Manuel.
Adela y Pepin se pusieron otra medalla en su revista de perro salvado de una muerte atroz y dejaron que Manuel repartiera su poca comida con los perros. Las autoridades contentas con el voluntariado del pueblo evitaban de esta forma la ilegalidad en la que se encontraban de por ley deber de tener un servicio de protección y recogida de animales. Los animales deambulaban sueltos por todos los barrancos y casetas cercanas a la población, amen de por las carreteras. Los voluntarios poco propensos a ser subversivos y dóciles al poder, alguna vez algún díscolo aguijoneados por sed de justicia, protestaban ante las autoridades exigiendo alguna solución a tanta tragedia perruna. Amenazaban con denunciar la falta de interés y de infraestructuras obligadas a proporcionar el Ayuntamiento. Pero las autoridades, mayores conocedores del arte de la amenaza y del uso de la fuerza, acababan rápidamente anunciándoles que si les denunciaban estarían obligados a cumplir la ley, y lo harían con toda su sádica violencia realizando una perrera donde animal recogido, sería animal sacrificado. Los amantes de los animales callaban y aceptaban un chantaje que duraba años.
Observando la caricia a los otros dos perros llego la última a los brazos de Manuel buscando también atenciones. Era una perra muy vieja, tenia tantas mezclas que no se sabia lo que era, largo como uno salchicha pero lanudo. De las patas a la cabeza, no levantaba tres palmos. Hacia cuatro meses que la recogió. El veterinario cuando se la llevo Manuel le comento de la brevedad de su vida. Le faltaban la mayoría de dientes. Apenas veía, ni oía.
El animal no daba muchas molestias, con los otros no discutía, pasábase el día durmiendo. La despertaba Manuel a la hora de comer porque de lo contrario no se enteraba. Comía y se volvía a tumbar para dormir. No le gustaba salir de casa, se pasaba todo el día enroscada durmiendo. Boira fue el nombre que le puso. Era este animal vecino suyo, venía de Texas, barrio llamado así por recordar a la ciudad sin ley Norteamericana.
Este barrio se encontraba en las laderas de montañeta de San Antonio y Peña Creus. Formado por un conjunto de fincas destartaladas, uniformes, sin gusto. Cedidas por el estado a colectivos gitanos, donde al llegar lo primero que hicieron fue sacar el cobre para venderlo, el plomo de las tuberías de agua para lo mismo. Los pisos eran un autentico arca de Noe. Entre las numerosas familias en perfecta sintonía vivían subiendo y bajando escaleras: burros, pollos, patos, perros destartalados, que traía de sus antiguas moradas en los campamentos de los alrededores del pueblo.
Desfilaba por las calles sucias, llenas de aceras rotas y con las juntas negras de la porquería podrida, entre casas a medio pintar, con las fachas para restaurar, una tropa de 10 chiquillos de menos de doce años, semidesnudos desfilaban en calzoncillos entre las fincas. Sus padres les regalaron varias carabinas de aire comprimido pensando que la buena puntería sería cosa importante en su educación. Disponían de 4 carabinas se las pasaban en entre ellos. Primero disparaban a botes, cosa que les aburría, luego a la chapa de los coches, a las farolas, para después pasar a las lagartijas y pájaros causando con la buena puntería proporcionada por la práctica una gran baja en esta fauna. Probaron con la literatura, hicieron la representación de Guillermo tell, pero en vez de con ballesta y manzana, con rifle y una naranja.
Aburridos de estas prácticas decidieron hacer un juicio sumarísimo a una perrita. El animal ajeno a su destino iba contenta al lado de los gitanillos moviendo el rabo. Le pusieron un lazo y la llevaron a un algarrobo donde la ataron. Ella, toda pagada con la atención recibida les seguía alegre. Frente a ella se coloco el pelotón de fusilamiento, apuntaron e hicieron fuego. El animal empezó a ladrar despavorido, giro detrás del algarrobo pero no podía huir de las descargas ya que los gitanos giraban en torno a ella. Una anciana salio a su auxilio, pero estos chiquillos de sangre caliente excitados por el espectáculo no querían cesar la diversión, incluso una voz comento de cambiar al perro por la anciana. Al empezar a poblarse de gente y temiendo que viniera la policía se dispersaron, varios padre de las criaturas estando por allí increparon también a la anciana. La anciana rescato al animal, llamo a la protectora de San Antonio, pero como sus miembros estaban en un acto público con las autoridades no pudieron ir, la anciana volvió a dejar al dolorido animal en la calle.
Al cabo de los días volvieron a repetir la operación los gitanillos, nuevamente un vecino tras mucho rogar y amenazar con la policía consiguió liberar al animal. Huyo de allí subiendo despavorido a San Antonio donde Manuel la recogió y la curo.
Poco a poco oscureció del todo, y Manuel, Boira, Blaqui, Luna durmieron sin preocupaciones excepto Manuel.
Pasaron varios días de una monotonía aterradora, dando vueltas sin saber donde ir. Yendo y viniendo al paro en busca trabajo, a las fatídicas empresas temporales. En todos los sitios donde dejaba el curriculum le decían: Ya le llamaremos. Pero nadie llamaba.
Se escuchaba el rumor de que el estado tratando de evitar una sublevación daría a ese ejército de parados de casi millón y medio sin ningún tipo de cobertura social. Vividores de la caridad familiar o las amistades, una paga miserable, prácticamente alimentaria, evitando subversiones y la guillotina al burgués. Era esta la paga en la que la gente deposito sus esperanzas.
El rumor se hizo oficial en el mes de agosto, quedando en un acto de cruel injusticia.
Manuel y Ramón pensaron acudir a solicitarla. Tras el anuncio del gobierno las oficinas de los inems estaban repletas de personas, las colas salían por la esquinas y se escuchaban gritos a los funcionarios.
Seguro debe haber trampa Manuel en la propuesta del gobierno, de esos no te puedes fiar, solo quieren quedar bien ante la opinión pública y salvar el pellejo, solo le importa el fuerte, las empresas, el poder-
Ramón, será mejor que lo dejemos para otro día, de aquí no salimos hoy si nos metemos. Cuando estén más claras las cosas las cosas volvemos, seguro que ponen algún requisito para dar la paga, lo harán solo a unos pocos. Es un mundo de pocos, cuando estallo la crisis creada por unos pocos, les dieron para tapar a estos canallas financieros todo el dinero de nuestros impuestos. Carretillas de dinero volcaron en unos pocos, para ayudar a unos pocos empresarios y altos ejecutivos les entregaron toneladas de dinero, y ahora para salvar a los desgraciados que han creado siendo estos los que han contribuido a salvar con sus impuesto a estos pocos, también de los muchos pobres salvarán a unos pocos. Es un mundo de pocos.
Esta paga dirigida a un colectivo de millón y medio de personas fue restringida a menos de trecientas mil. La gente protesto en los bares, en las tabernas, sintió el odio acostumbrado al político, al empresario, a la vida, al destino, pero pese al reproche siguieron pidiendo a familiares, amigos. Resignados callaban como acostumbra el humilde. Unos pocos afectados con esa injusta ley se fueron a protestar solos. Por ser pocos y no estar apoyados por sindicatos, ni ninguna otra representación de ese estilo los cuales en su hipocresía se felicitaban por la medida. Se fueron a hacer justicia como solo sabe hacer el pueblo. Poco acostumbrados a exigir, y muertos de miedo ante los medios represivos del estado, tiraron varios huevos a la fachada del ministerio de trabajo y cortaron un par de calles para vengar su afronta.
Esta fue la justicia que aplicaron solo unos pocos, de los millones afectados indignados de ser los paganos de la famosa crisis.
Llego el día de la excursión a Ademuz. Acudió a la cita Ramón con un amigo interesado en el proyecto, un anciano llamado Álvaro, y una chica que había vivido en ecoaldeas llamada Judit.
-Bueno, vamos para allá- dijo Ramón tras presentar a Jacinta que no conocía Manuel, a Álvaro no hizo falta presentarlo por conocerlo.
- la verdad es que me han informado del proyecto y me parece fantástico. Yo he vivido mucho tiempo en ecoaldeas y estoy deseando formar parte de toda esta movida. Debemos volver al misticismo al mundo espiritual, rechazar todo lo científico. Fuera los coches, la electricidad, las maquinas, el progreso, volvamos a la naturaleza, al bosque, a la vida en común. Jacinta se exaltada enaltecida con su discurso, subiendo el ritmo casi sin respirar hasta acabar gritando.
-Bien dicho- le dijo Álvaro un anciano de cerca de 90 años. Su cara un tanto surcada por arrugas le imprimía carácter, reflejaba bondad, igual que vitalidad, para su edad estaba muy ágil siendo totalmente autónomo. En su personalidad pese a ser generoso y en cierta medida coherente con sus ideas, cosa extraña en estos tiempos, poseía el defecto de ser de fácil convencimiento. Cualquier persona que fuera contra la tecnología, las drogas, el estado, la acogía como el mayor de los amigos y le entregaba todo, dinero, casa, ropa. Siendo en algunas ocasiones estafado por sus buenas intenciones. Nunca llego a aprender la lección, una y otra vez le robaban sin que hiciera nada por evitarlo. Así vivía su fe en el ser humano, su creencia en la palabra, junto con la posibilidad de regeneración.
Jacinta era una chica de mediana edad, contaba con 45 años, rubia, poco atractiva. Tremendamente frustrada. El hecho de no haber tenido hijos le afectaba, al igual que ver a todas sus amigas casadas, con hijos, con casa. Para ella la vida ¿que fue, en que se convirtió? En nada. Todo lo que deseo se lo negó.
El amor, la energía principal del cosmos según sus palabras. Correspondido no lo conocía, no renunciaba a conocerlo, aunque manifestaba ansiedad por verse mayor y cada vez menos atractiva a los hombres. Jacinta fue vulnerable a la belleza, siempre se sintió fea, desgraciadamente porque en la indelicadeza del mundo se lo dijeron, pudo comprobarlo.
Amo locamente a un chico, iba todos los fines de semana a hacer el amor con ella. Tras el acto la dejaba en la cama con la falta de sus abrazos. Hasta que encontró una novia a su estilo, una vecina suya, de muy ven ver.
Ya no volvió ningún viernes a llamarle oculto desde le coche para a escondidas en el bosque darle su amor y dejarla en el abandonada y satisfecho.
A la nueva la paseaba por todas partes presumiendo de ella. La llevaba con sus amigos a los que Jacinta nunca conoció, incluso cuando la veía a Jacinta giraba la cabeza. En los trabajos a Jacinta tampoco le fue bien. Las pocas ganas de trabajar junto con su inconformismo y poca voluntad de hacer algo que le gustara le condujeron a un callejón sin salida. Tiraban fuerzas antagónicas en torno a ella. Su inconformismo justo y positivo, caía en la memez de los chacras. Su espíritu castigado por las emociones demasiado intensas de desamor y frustración social desemboco en la reivindicación del mundo espiritual. Intento trabajar, por presiones familiares y amenazas de sus padres hartos de mantenerla con más de 35 años en casa. Varias veces lo hizo en almacenes de naranjas, donde trabajaba 16 horas diarias a un ritmo agotable. Poco duraba en esos trabajos y trataba de evitarlos. Le estresaba pensar lo acontecido en ellos, pero en esa región levantina no había otra cosa.
Las compañeras, mujeres duras carentes de sentimientos, acostumbradas a trabajar como animales y a comportarse como animales. Una persona tan sensible y apenada, de creencias tan exotéricas era blanco perfecto para ser acosada. A través de Jacinta podían exorcizar el dolor y humillaciones reprimidas en sus corazones, tratándola como les trataron a ellas en algún punto de sus vidas.
Debieron sacarla del trabajo para ingresarla en un sanatorio unos días. Tal era el estrés y nivel de ansiedad causado por sus compañeras.
Tampoco se esforzó en formarse en alguna ocupación. Acobardada de la vida se refugio cada vez más en las hadas, los ángeles, la energía de la naturaleza y se perdió entre brujería blanca y la búsqueda de la paz interior.
–estamos en una revolución, pero es una revolución pacifica, sin sangre. Una revolución Individual. Yo he venido al mundo a enseñar el don de la paciencia-solía decir Jacinta con toda la razón sobre la perdida de la paciencia y la paz del mundo.
-Eso me preocupa- le replico Manuel-de esa revolución que viene individual. Reducida a un simple acto de conciencia, cuando el debate de la conciencia como el del alma ha sido superado; la revolución de verdad debiera aguardarnos. La de las gentes unida, la de los pueblos. La revolución y los revolucionarios están desapareciendo con esa conciencia derrotista individual. Eso de revolución a través de la conciencia es una memez.
-Tu que sabrás- contesto ofendida Jacinta- lo único que quieres es sangre, como ellos, eres un dictador, un fascista, vuestro único deseo es matar y matar. El mundo esta en un proceso…
-El proceso es el de siempre- respondía Manuel- una pobreza convertida en el genocidio de nuestras vidas. La solución: luchar para cambiarlo. Con la conciencia individual haces más fuertes a nuestros enemigos y con esa chorrada que han inventado de la paz social. ¿Paz social? nos están matando de hambre, explotando y esquilmando las riquezas naturales, mediatizando con sus programas de televisión. En poco tiempo serán nuestras mentes parte de su programación. Están diseñando el mundo donde vivimos. Eso si que es violencia. Los tratos a los inmigrantes, las pateras que dejan naufragar, las torturas en las comisarías, los despidos, la alineación, la extirpación de la personalidad, el culto al cuerpo, el individualismo. Eso si es violencia, las guerras que esta provocando, el hambre. Esa es la violencia ¿como quieres responderles, rezando? Ellos lo hacen con portaviones. Colocando policías en los bancos, en las fábricas para proteger a los ricos, tiene todo tipo de propaganda para darle la vuelta a la realidad y ¿que pretendes, rezar para que sean conscientes?
Jacinta girando la cabeza se puso a rezar dejando de hablarle. Para apaciguar las cosas Álvaro unos minutos después le hizo unas preguntas
-¿en que ecoaldeas has estado?
-Estuve en la de la Pesquera. Hay de muchos tipos y formas de ecoaldeas, en esa no tacábamos apenas el dinero. Teníamos una economía de subsistencia. Comíamos de lo que plantábamos, de vez en cuando hacíamos algo de artesanía tipo jabones naturales, algún que otro jersey o marroquinería y lo cambiamos por cosas que necesitáramos. Vivíamos en casa ocupadas reformadas por nosotros.
-Eso esta muy bien-dijo Manuel. ¿Sigues por allí?
- No, la verdad es que se disolvió debido a pequeñas discusiones. Sobre todo por temas de parejas y por la necesidad que pasábamos. De las 13 personas llegaron dos parejas, pero al poco tiempo esas parejas llegadas se disolvieron para irse con otros del grupo, hubo un poco de lío, nada grave pero si desagradable. El primer invierno fue muy duro, apenas teníamos para comer y siempre estábamos discutiendo. Las asambleas eran un follón hubo personas que no aguantaron y se fueron. Al necesitarnos todos e irse gente nos era imposible atender al ganado y las tierras, estas fueron siendo cada vez menos productivas, nosotros empezamos a pasar carencias. Al final no pude más y me fui, cuando lo hice quedaban 4 personas. Desconozco su final.
Álvaro cuyo sueño antes de morir tras haber pasado todas las injusticias del capitalismo era hacerlo de forma libre y en comunidad, dirigiéndose a Jacinta, conmovido imaginado la dureza de llevar a cabo esos principios de igualdad, equidad, libertad, moral, en un mundo donde escasean estos principios, le respondió:
-Es difícil en el mundo en el que nos movemos pese a tener tantas experiencias en Europa. de ciudades pueblos aldeas libres, siendo en la que estabas un intento por llegar al nivel de esa gente que vivían en libertad hace mil años. Muchas se formaron en la edad media, todos sus miembros eran iguales, hombre, mujeres, no dependían de ningún señor feudal. Las artes y oficios progresaban. En esa vida en comunidad y libertad esos afortunados seres humanos vivieron mucho mejor que nosotros. Lo que no comprendo es por qué no podemos materializarlo. Espero en este proyecto que intentamos hacer, sin ser tan ambicioso, por lo menos sea el principio para llegar a donde llegaron gentes, pueblos, de hace mil más de mil años.
Se hizo silencio. Llegaron a Ademuz. Les esperaban unas personas apoyados en unos coches. Estaba Melena al frente de la comitiva de bienvenida y la gente de Valencia, junto con el dueño de las tierras, Ernesto.
-Bien venidos-grita un Ernesto muy entusiasmado, hombre de expresión severa salido de otros tiempos. De aspecto del antiguo morador de estas tierra de aquellos conductores de merinos.
Corpulento como un oso, cubierta la cabeza de un pelo blanco y escaso peinado hacia atrás, nariz aguileña y frente despejada. Vestía como los hombre de campo, pantalón de pana y camisa blanca con cuadros azules de manga corta y una sandalias.
Al llegar se saludaron efusivamente todos en una ambiente jovial. Por un momento se creían con la posibilidad de dejar un mundo marcado por la codicia, el dolor, el sufrimiento para comenzar a caminar sobre un mundo de entendimientillo, concordia, fraternidad. Durante unos segundos Manuel y todos se sintieron felices. A los pocos minutos de llegar ellos, llego Raquel. Vestida para ir por el campo, con unos pantalones cortos que enseñaban sus enormes piernas rectas y delgadas.
Volvieron los abrazos y las muestras de cariño. El momento histórico para ese grupo empezaba con la señal de Ernesto de mover, empezaron a caminar.
Llegaron a la orilla del Turia, oscuro en sus aguas revueltas de color marrón por la cantidad de tierra que arrastraba. Las dos orillas estaban muy próximas, pero el caudal era incierto de adivinar su profundidad.
El calor era asfixiante a más de 35 grados y el agua tenía aspecto de peligrosa, ninguno se atrevió a bañarse.
Al llegar a unos paelleros donde un kiosco- bar se esforzaba en servir a unos clientes sin prisas. Sentados aguardaban a que un camarero con poco estrés les llevara los almuerzos, refrescos o cafés. Acompañaba la estampa campestre música tradicional de más de 40 años. Ernesto paro al grupo diciendo: ahora comeremos.
-Pero no íbamos primero a ver las tierras- pregunto una voz impaciente que rompía aquella paz.
-No, ahora comemos. Tu señalo a Ramón y a Raquel- ahí tenéis leña, esa esta comprada que la he pagado yo a los del kiosco, encender fuego que ahora iré a por la carne.
Todo el mundo obedeció las órdenes de Ernesto, fue a por la carne y a cambiarse.
Mientras Manuel cortaba leña y se la daba a Ramón que no se aclaraba a encender el fuego por estar un poco húmeda la leña. La gente de valencia se tumbo bajo un olmo y Melena acompaño a Ernesto cambiando con él muy serias impresiones a tenor de sus movimientos de cabeza. Al rato Manuel vio como avanzaban unos hombres, uno era Ernesto para meterse mejor en el personaje de hombre trabajador hecho a sí mismo se enfundo en un mono de trabajo atado como un franciscano con una cuerda. La paz duro poco.
-¿Qué no esta el fuego encendido, no sabéis ni encender fuego?- dijo Ernesto exasperado por la negligencia de estos.
-Es que esta la leña húmeda, a ver si tu lo haces mejor-le contesto Ramón furioso.
En un momento encendió Ernesto el fuego para rabia de los demás.
Veis como se hace- se jactaba satisfecho de su superioridad. Os digo esto porque yo he pasado a veces 3 y 4 meses en el monte, es como se aprende, el que no ha paso ese tiempo en el campo, no sabe nada.
Jacinta entre tanto empezó a cantar su oración de karma ya que era la hora.
-¿Qué le pasa a esa?-pregunto Ernesto.
-Nada que tiene que hacer sus ejercicios de meditación- comento Raquel rápidamente respondió sin conocer a Judit. Intuyo con la agudeza característica de Raquel de que se trataba. También ella era simpatizante de este tipo de corrientes tan frecuentes hoy en día. Ernesto desconocedor de estas moderneces, más orientado por su edad a la pedagogía dada por la guerra civil. Buen conocedor las hambres posteriores, la represión, las guerra de Ifni en la que intervino, el abandono del sajará occidental. Miraba perplejo a Jacinta. Después de su cuarto de hora de meditación empezó a bailar para todos. Los lugareños, por ser de costumbres y uso rudos, también estaban asombrados.
Empezaron la comida, teóricamente invitación del anfitrión Ernesto.
Comieron tras discutir Ernesto con sus atormentados huéspedes ya que varios eran herbívoros y se negaban a comer carne.
La única vegetariana que declaraba serlo y comió carne fue Jacinta.
-¿Pero tu no eres vegetariana? le pregunto Álvaro.
-Si, pero veras yo soy vegetariana desde hace 8 años, como carne solamente hoy. Después de tanto tiempo estoy por encima de todo eso, un vegetariano no siempre debe comer verduras, un día es un día. Hizo una oración bendiciendo la carne metida en el pan. La alzo sobre su cabeza a los cuatro puntos cardinales, tras el ritual, seriamente empezó a comer con la conciencia tranquila. Como estaba por encima de la dictadura del nominalismo de la palabra vegetariano, y tenia buen apatito, la longaniza más grande y jugosa la metió entre pan acompañada de carne magra. La devoro con ansia, casi se atraganta de los bocados tan rápidos, los chorretones de grasa se deslizaban por sus labios, se lavaba con las manos para no gastar contaminante papel e insultar a la naturaleza.
Los vegetarianos diferentes a Jacinta se negaron comer, irritaron todavía más a Ernesto. Al finalizar la comida, en un ambiente de poca paz pese a las oraciones a los espíritus del río de Jacinta, Álvaro y varios compañeros unidos en estas creencias. Tras ahuyentar los espíritus malignos con hierba buena ungida en agua seguía todo igual. Al finalizar la comida vino la sorpresa.
Ernesto se quito la gorra y la puso sobre la mesa.
-Aquí no se regala nada. ¿A cuanto salimos?
-¿No era gratis la comida? dijo un asistente.
-De eso nada, yo no regalo nada, ni la comida, ni las tierras ¿Qué os creéis?
Saco el ticket de la compra y dividió por los asistentes.
Melena para solucionar el cabreo de sus futuros socios añadió:
-Bueno, pues si tu cobras a los desempleados, yo no voy a ser menos, las botellas de vino que he traído e iba a regalar también las cobro, súmalas.
Los asistentes miraban asombrados viendo como se intercambiaban ticket e iba subiendo la cuenta.
Cuando lo calcularon sentenciaron al unísono:” son 14 euros por barba”
Pues yo no tengo nada- dijo un tal Luis.
-En el pueblo hay cajero, luego vas y me pagas- fue la respuesta de Ernesto.
Hubo dudas en la recaudación, les faltaba dinero. Volvieron a calcular e ir señalando y anotando quien no había pagado, pero aun así no salían las cuentas. Se equivocaron en la suma y la división, más gente se unió a la tarea del cálculo. Faltando unos euros y dejándolo por tarea imposible, marcharon a las tierras.
Se dirigieron a las famosas tierras sin un duro los asistentes y algunos ya con deudas.
Manuel rondaba a Raquel, le contaba sus esperanzas y anhelos. La voz de Raquel era dulce como su mirar.
Ernesto en uno de sus ataques de desconsideración, con un acento de desagrado por no ser gente como esperaba, reñía a los asistentes. La emprendió con los que se paraban a la sombra.
-¿Qué hacéis a la sombra? Venga desfilar que estamos cerca, e ir por el sol no calienta tanto, debéis acostumbraros al sol.
Sobre todo tú-decía Ernesto señalando a Raquel, el sol sobre su blanca y desnuda piel en hombros y parte de la espalda empezaba a castigársela estando a casi 40 grados. Ernesto recordando a lo mejor el desierto, o por propio despotismo tenia el antojo de que fueran por el sol.
-Pero bueno-le respondió- a que viene esa chorrada, usted no me dice a mí por donde tengo que ir. ¿Quién se cree que es?
Ernesto callo. Pararon en una fuente que daba a su finca a beber. Jacinta se tumbo. Ernesto al verla la amonesto.
-¿Pero que haces tumbada? ponte como las personas, haz el favor muchachita.
-Creo que se esta pasando, ya esta bien de mandar-le dijo cabreado ramón.
Ernesto volvió a callar para responder a la pregunta de Melena.
Entusiasmado miraba no lo que había, zarzales, aligas, ribazos llenos de malas hierbas. Melena con visión de futuro veía caballos y niños abrazándolos, cabras y cooperativistas pastando felices como los pastores de Jorge Manrique. Sin tener en cuenta que la granja por situarla en la ribera, el Ayuntamiento jamás le daría el proyecto de obra. A la primera inundación los caballos, las cabras, las vacas, las personas hubieran ido río abajo. Para animar a todos y dar un golpe de efecto con el que animar a la una tropa flaqueante de ánimos, Melena como hombre preparado en quien se podía confiar saco: el PROYECTO.
-Mira Ernesto, la última vez que estuve hice un proyecto de lo que será la granja escuela. En este árbol empiezan tus tierra, por aquí estará la empalizada, la haremos de arbusto naturales tipo cipreses para no maltratar nuestra madre tierra, aquí en el centro donde están los nogales irá la granja, ved todos como será, igualita a esta dibujada.
Era un dibujo infantil de una casita, se suponía la granja escuela, con un sol en lo alto del cielo. La casa de tejado a dos aguas con chimenea y una pequeña torre con pináculo del tipo de los relatos de cenicienta. Representaba con un trazo débil dentro de un trazo más grueso lo que serían las tierras de cultivo. En ellas se podía leer dentro de las fronteras del dibujo: cebada, a su lado trigo, una nueva frontera de carbonilla y avena, así con muchos cereales, frutales…Todo bajo un sol sonriente. Ese era el gran proyecto. Ernesto protesto.
-No, no, no, aquí donde pone remolacha no es mi finca, esta mal.
-No puede ser, el otro día me dijiste que era hasta el campo de manzanos, ves la línea llega hasta el campo de manzanos, si hasta lo he escrito, ves, campo de manzanos.
-Pues- respondía cabreado Ernesto- eso no es mi finca, no tiene esa forma, no puede ser, estas muy equivocado.
Melena sintiéndose observado por todos y pensando que podría perder su autoridad quedando en ridículo como un incapaz ¿ese será el que lleve el proyecto? Opinaba Melena que de él pensarían. Por ese motivo empleo su arma más terrífica y convincente: el chillido y los gesto nervioso- agresivos. Zarandeaba excitado el papel, lo elevaba por su cabeza, lo bajaba, se lo llevaba a los ojos, lo mostraba a los ojos de los demás, miraba el espacio real. Veis, Veis, los manzanos y señalaba en el papel donde ponía manzanos, sin poder sobre el grupo que entro en la discusión. Todo el mundo quería opinar y corregir si fuera pertinente el PROYECTO. Aprovecho para descansar Manuel al lado de Raquel, entablaron bajo un manzano una conversación intima. Manuel se enamoro de ella, acurrucados entre los sonidos de los cantos siux de Jacinta y Álvaro junto las discusiones por el plano; Raquel y Manuel hablaban con las manos entre lazadas acariciándose. Desde ese momento caminaron las siguientes horas juntos, hablando entre ellos, de vez en cuando debían repetirse la oración por interferir la voz aguda de Ernesto maldiciendo a alguien. Melena caminaba a su lado cabizbajo sintiendo una gran vergüenza, deseaba desaparecer de la mirada de todos. De haber podido pedir solicitar que la tierra se abriera y se lo tragara, lo habría hecho. ¿Cómo iba a ser el jefe? Ya pasará el día- pensaba.
Manuel las pobres expectativas puestas las daba ya por perdidas, menos la de estar con Raquel nada tenía sentido. No era la primera vez que le pasaban situaciones de este tipo. ¿Seria que no hay esperanza de salir de una humanidad tutelada por siniestros estados? En su vida conoció a gente de ecoaldeas anterior a Jacinta. Más o menos se parecían en personalidad. Incluso visito unos días una, y aunque en algunos aspectos estaban muy avanzados; por ejemplo trabajaban solo 4 horas diarias, el dinero era guardado en un fondo común y quien necesitara cogía lo necesario sin que jamás hubiera habido problemas de robo ya que todos eran muy conscientes de los demás. El amor que se profesaban, siempre se estaban abrazando. En algunos aspectos eran muy avanzados y conmovedor notar la armonía y felicidad entre ellos. Pero le molestaba a Manuel el miedo que experimentaban a cuestiones científicas de las que no se podía hablar, siendo tratadas de tabú para no romper la paz social, unos rituales espirituales sin ningún sentido para Manuel, algunos importados de tribus sin tradición con las nuestras las Iberas y Celtas, por ejemplo de Siux, Apaches. La que visito le fue grato y llego a casa lleno de esperanzas de haber estado con gente más pacifica conocido en su vida y la primera vez que conoció el colectivo y las grandes ventajas de la vida en colectivo que quitando fuera de esos espacios no se reproduce. Aun viviendo 6 millones o 12 millones de persona en un mismo espacio no tiene esa masa nada que ver con una vida colectiva, son una suma de individuos tutelados por un estado y completamente solos. Le causo un gran impacto, pero demasiado alejado de su forma de vida, no entendía a estos seres humanos, ni se veía capacitado para soportar el peso de la vida en común, era un aprendizaje en el que en cierta medida tendría que renunciar a él. Luego estaba la aceptación de sus costumbres en las que le sería muy difícil participar.
Gente de un ideal paralelo, pero con una línea más materialista, ideológica y de lucha frontal cuerpo contra cuerpo era lo que esperaba encontrar en sindicatos anarquistas pero carecían de un espíritu revolucionario, incluso estaban absorbidos por la revolución individualista-interiorista.
La cuestión era ¿ Por qué pasaba esto?
No renuncio a esas ideas de libertad, sobre todo en tiempos de crisis, donde fracasado el modelo capitalista, la razón les avalaba. ¿Por qué no poner en marcha trabajos sin patrones, trabajos en comunidad?
Aquello distaba mucho de sus intenciones, señal de cómo estaba la gente por las razones que fueran: la pedagogía única del individuo, el capitalismo, la tecnología… eran las asambleas. Sin jefes, todo el mundo soberano podía expresarse. Nadie lo hacia, siempre la llevaban dos que manejaban la voluntad de los demás, así los embarcaron en la tontería de la granja escuela. Estaba tan mal preparado el proyecto, del que carecían, que para creer en el se debía ser un crédulo o una persona sin voluntad, ni iniciativa. Eso es lo más abundante en este tipo de organizaciones, las razones es nuestra naturaleza propensa a ser sometida. Cuando más humillados más agradecidos, cuando más esclavizados más seguros nos sentimos.
Fueron a dar con Melena y Ernesto en esta asamblea, no tuvieron mucha dificultad, ni oposición en embarcar a la gente en esta idea irrealizable.
Mientra Manuel que caminaba como un autómata sin escuchar las discusiones de Ernesto y Melena, embriagado por el roce de la mano de Raquel. Ernesto continuaba su inagotable discurso:
-Veis esto, es mío y esto-les decía Ernesto.
Melena, para que todo el mundo volviera a confiar en el hombre práctico que era como ejemplo de su previsión ideo un plan para limpiar el inmenso solar de zarzales y aliagas.
-Aquí, a partir de mañana se queda un tío, o en unos días vendré con cabras, las cabras se comerán todo esto, esa será la forma de limpiarlo.
Estaba satisfecho de su intervención pública y de su autoridad sobre los asistentes, se quedo un poco decepcionado porque nadie aplaudiera.
Llegaron a una caseta de herramientas, una construcción de menos de 20 metros cuadrados, sin ventanas, con una puerta de hierro custodia de unas humildes herramientas de campo. Lo gracioso de la casita era el estar cubierta por una parra que la envolvía de esquina a esquina y un grifo a modo de fuente dando la bienvenida al visitante de tan poco visitado rincón del mundo.
-Es suya esta casa-pregunto Álvaro.
-No, es de mi vecino, yo ni regalo quisiera esto, a partir de aquí es de mi vecino pero esta tierra no velen nada, eso ni regalado.
Los campos señalados como malditos estaban cuidados, a diferencia de los de Ernesto, este los tenia en estado de abandono esperando un comprador con ganas de coger el arado para abrir la dura tierra sepultada por una corteza soldada por el sol y el desuso. Los campos de su vecino parecían un edén. Todo era comestible al hombre, lechugas, tomates, pimientos, vid, berenjenas, bachoqueta, manzanos, perales, cerezos… su fruto alimentarían aun pueblo, no a solo un rebaño de cabras.
Jacinta al ver un árbol grande y esbelto desato la furia de Ernesto. La moza de fácil sentir y emocionar al ver un enorme olmo fue corriendo a cargarse de su energía. Lo abrazo, Álvaro al ver ese acto de amor a la naturaleza tan bonito también fue, juntos empezaron a abrazar y a escuchar al árbol. Ernesto desesperado empezó a gritarles:
-Vámonos, hacer el favor de dejar el árbol, no tiene la más minima energía, ni nada, encima es de mi vecino. No es milenario, lo planto su abuelo que era un ladrón y tenia tratos con los maquis, ladrones, esa familia no es más que una familia de ladrones.
Jacinta y Álvaro llenos de energía obedecieron. Nadie hablaba de hacer la granja escuela, todo miraban los relojes con ganas de irse.
Llegaron al parking de nuevo desilusionado en parte pero sin ganas de abandonar el proyecto.
Seguiremos en contacto la semana que viene, haremos una reunión.
Manuel consiguió de Raquel la promesa de que irían de viaje a ver lugares que tenia interés de visitar.
En el coche discutieron de los acontecimientos Ramón, Álvaro, Jacinta y Manuel.
-¿Cuál es vuestra opinión? Pregunto Manuel.
-Yo la verdad, estoy un poco despagado-contesto ramón-pero claro hay es cuestión de verlo, igual puede hacerse.
-Ah-dijo Judit indignada y empezando a gritar- pues claro es factible hacerlo, eres energía negativa, si te ponen así en plan racional no se haría nada, yo he sentido una gran vibración, eso es buena señal. Hay que formar ya la cooperativa, pagarle a esta gente y empezar cuanto antes.
-Jacinta tiene razón-comento Álvaro- hay que hacer algo, no hace falta pensar tanto yo si son doscientos o trescientos euros mañana los saco del banco y se los doy a Melena. Esta gente puede estar algo perdida, pero intentan hacer algo.
-Yo no lo tengo tan claro- dijo Manuel- el proyecto es inviable con trescientos euros de 15 personas no se construye nada. Las cuadras, los caballos, los especialistas en educación, la viabilidad. Yo no digo de no realizarse este tipo de negocios, pero es para gente que conozca el oficio. Hacen un proyecto, se van al banco y piden el préstamo supongo una cosa de esta envergadura valdrá más de medio millón de euros, todos nosotros apenas podemos recoger más de 3000, con mucha suerte.
-Eres un gafe, empezó a amonestarle Jacinta, las personas que vais de racionales son los que habéis creado la crisis actual, por eso en las ecoaldeas no las queremos, noto que no tienes tu parte espiritual equilibrada, eres igual que los capitalistas. Si no quieres apuntarte peor para ti, sufrirás en las fabricas, allí sabrás lo que es bueno. Nosotros estaremos en sintonía con los espíritus y la tierra.
-Mira Jacinta-le dijo Manuel- aquí no todos somos de tus creencias, respeto el espíritu sin creer en el, pero eso es otro tema. No todos venimos de movimientos de ecoaldeas, algunos no hemos llegado hasta aquí leyendo ni a Jorge Bocay, ni a Buda, ni a Confucio. Sino a Bakunin, a Marx, somos materialistas, a mi no me vengas con rollos de si soy o no espiritual, o tengo mal lo chacras, seguramente como tantas otras cosas tendré mal. Aquí se trata de emanciparnos, de salir de la dictadura burguesa, de luchar por la vida, llegar al autoempleo dentro de nuestro enfoque donde el trabajo y la vida no tiene porque ser un infierno. Haciendo lo que ellos proponen estaríamos peor. Muchos compañeros y compañeras la crisis les ha puesto en una gran fragilidad económica y el dinero solicitado por esta gente lo necesitan para comer. Yo soy el primero necesitado y sinceramente no me fío. Todo han sido mentiras, la cesión de tierras se convierten en compradas, no sabemos si en ese lugar se puede construir, te recuerdo que es una rivera de río, y un sin fin de cosas, casi nada cuadra.
-No quiero oírte, cállate, traerás mala suerte.
-Suerte, pues fíate, ya ves que gran proyecto, el dibujo en un folio de una casita con un sol y nubes, si crees eso, tu veras.
Manuel sin ganas de discutir callo el resto del viaje desesperanzado sin saber cual era su sitio en el mundo.
Por un lado el enemigo burgués exigía su carne para sus fábricas.
Por otro lado los anarquistas hundidos en el individualismo, carentes de su propia ideología se habían empastado en una argamasa de otros colectivos que venían de residuos religiosos. Pululaban afiliados cristianos antiabortistas humillados ante dios. Los había buditas, practicantes de yoga, o de un mundo espiritual mitológico de hadas, ángeles…los había individualistas que trataban encontrar al colectivo, solo y solo si se veían reflejados en la coincidencia de sus ideas fusión, mezclaban Bakunin con Confucio, a los siux con Hegel , el colectivo con el individualismo, para relativizar la moral y los principios según conviniera. La conclusión era que el individualismo era el vencedor del ser humano entendido como animal social. La formulación Aristotélica debía reformularse. El ser humano es un ser individual.
Al llegar a casa Manuel volvió a la compañía de sus perros, a la desesperanza absoluta, si ya tenía pocas esperanzas, ahora ninguna.
Contemplo el silencio de las ausencias.
Esa tarde le dio por añorar a su familia, cosa extraña en él, duro un par de minutos.
Acostumbrado como gran parte de la población a vivir sin saber sus familiares. Manuel no los veía desde hacia más de 8 años. Se sentía orgulloso de ese dato, por eso le extraño el tener esos sentimientos. Al fin y al cabo la familia es el bien de unos pocos en detrimento de la humanidad. Le molestaba que muchas familias ayudaran a sus miembros, eso era muy malo para el mundo. Se estaba produciendo el hecho de familiares que desde hacia tiempo no sabían unos de otros, por la crisis se visitaban esperando sacar algo.
A ver en la visita si al primo le iba bien, y podía colocarle, o hacerle algún favor. Las familias a día de hoy para horror de la humanidad y agravar la crisis se seguían ayudando exclusivamente entre sus miembros, con su horrorosa injusticia.
Podía observarse en la crisis económica del 2009 familiares ayudándose entre sí con todo lo perjudicial que conlleva. Al hacerlo se ayudaba en detrimento de otro más necesitado. Igual pasaba en las empresas. Primos, sobrinos, tíos, cuñados, yernas…aun siendo menos cualificados que un desconocido era empleados por el familiar. Sumiendo en la pobreza a otro de distinto grupo sanguíneo.
Manuel nostálgico y a su vez asqueado del mundo necesito llamar a Raquel. Tuvo una conversación sin transcendencia, respiro al escuchar su voz, quedaron para el día siguiente dar un paseo.
Al colgar quedo todavía más sumido en un dolor interno, con un mal presentimiento. Se tumbo en la cama observando como por el pasillo jugaban Luna y Blaqui a perseguirse. Pensaba en Raquel, en la profunda atracción sentida hacia ella. Por experiencias pasadas recordaba lo cambiante de la naturaleza humana, y más de las mujeres. Presentía su inminente sufrimiento.
Sobre las mujeres siempre sintió curiosidad, pero era torpe para entenderlas. La naturaleza conservadora de estas, debido a su biología, por mucho que intento educarse y comprender, no pudo superar ciertos dilemas.
El mundo femenino lleno de sensualidad, deseo, fragilidad, emocionalidad. Siéndole atrayente, también encontraba en el algo repulsivo. La forma de ser de las mujeres era un misterio, y les temía.
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