Asamblea de parados.
Capitulo I. La granja escuela. La gente de Valencia.
La crisis anunciada por los enemigos de los que la propiciaron, ha demostrado que los que gritaban contra el capitalismo eran tan atraídos por su canto de sirenas como los demás.
Quizás más, a tenor del golpe recibido por muchos afiliados a sus filas. Diezmadas y diseminadas en la lista de los inems, los juzgados de lo laboral y lo social, los servicios sociales.
Por ironías del destino los profetas del desaguisado son los que mayores hambres arrastran.
Entre tanta noticia de los estropicios auspiciados por capitalistas, burgueses, patrones, intermediaros. Olvidaron labrar su propio futuro al margen de estos.
Todo era recordar sus actos.
Si un burgués por prisas de ganar dinero pone en marcha las máquinas, mata a dos trabajadores y en el juicio sale indemne.
- Son cosas que pasan- dijo el juez.
Si a un trabajador le amputan el brazo unos empresarios, lo tiran a la basura y abandonan al trabajador, encima ilegal, a su suerte.
Si hay trabajadores haciendo horarios de 14 horas a un euro la hora…
Un rosario sin fin de muertes, amputaciones, de este bestiario llamado humanidad.
Muchas noticias, muy bien que se sepa, pero poco combate.
La información es poder, pero no se nota más que indiferencia.
No hemos avanzado desde los romanos- cuentan con lógico pesimismo la gente de izquierdas- llorando por la humanidad perdida, como los cristianos por su paraíso.
Los anarquistas, los que quedan del extinguido o moribundo partido comunista, yacen varados entre las rocas.
La balsa de medusa de la historia exige nuestro sacrificio.
Nuestro proyecto ha sido superado por el individualismo reinante en todos los ámbitos, incluso en el nuestro. Por definición totalmente incompatible con una teología donde sitúa al hombre como un animal social, y todo se contempla desde lo social: cuestiones importantes en la vida: la libertad, el amor, la salud, el trabajo.
Nuestra ideología se desmonta por desuso, mala praxis y emburrarse en utilizar como lengua oficial el babélico en las asambleas de las discordias.
De otra parte ha quedando en una reliquia artrítica de la lucha de clases de la que renunciaremos de no regenerarnos en dos o tres generaciones.
Morir no es un drama; pero morir sin luchar, sin un mínimo ejercicio de voluntad por hacer algo en lo que se cree, si lo es.
En la llamada crisis actual, la acotaremos por ponerle una fecha o una especie de entidad, empezó el año pasado y se perpetúa hasta la fecha de hoy, creo que es 5 o 6 de Agosto del 2009.
Se han constituido todo tipo de iniciativas, la mayoría han quedado en eso, en iniciativas.
Las asambleas de parados, las asociaciones ciudadanas, son una gran terapia contra la soledad y el tedio de la pobreza.
Allí reunidos pero no unidos, se cuentan las historias de las carencias, a fuerza de compartirlas parecen menores.
-El futuro es oscuro, la culpa esta clara: el burgués, la clase política, las corporaciones, el tratado de Lisboa, los cuerpos represivos del estado…
En Castellón muy definido: Fabra, sus acólitos falangistas, las criaturas garrapatudas que giran en esa orbita.
Tras terminar estas disertaciones contra la clase política y el capital. Todos se ponen de acuerdo en la asamblea de parados libre soberana y democrática en una única cosa. Dejar las cosas para mañana, o hasta la siguiente asamblea.
Cada cual al medio día con su pobreza a su casa, con la frente alta del deber cumplido.
Manuel y Ramón son parados de larga duración que habían pasado media vida en trabajos temporales.
Allí se trabaja hasta reventar al peón, se paga mal y se trata peor.
En muchas ocasiones habían denunciando a las empresas por sus tratos ilegales e inmorales. Con las consiguientes amenazas de sus compañeros.
¿Por qué les amenazaban y acosaban?
Lo peor de asumir era que ni siquiera eran los poderosos, los que se apropiaba de su trabajo quienes lo hacían. Hasta cierto punto razonable, sino sus propios compañeros.
Una vez se lo pregunto Ramón un trabajador que le acosaba.
-¿Por qué me haces esto, en vez de ayudarme? He luchado por todos, incluso por ti al pedir reducción de jornada y aumento de sueldo.
-No lo se- le contesto este encogiéndose de hombros- la vida aquí siempre ha sido peor para el que se queja.
-¿Es que no entendéis de derechos los trabajadores, tan brutos sois?
Y siguió martirizándolo cargándole hasta arriba una carretilla repleta de mortero que apenas podía mover, ese fue su último argumento gritándole- Calla y camina.
Desde el silo, Ramón debía repartirlo, llevando la carretilla por toda la finca a los oficiales que aguardaban ansiosos por ir a destajo.
Parecía un penado, siéndole este trabajo una tortura necesaria para vivir.
Al igual que el trabajo para el esclavo es el único motivo y argumento para que no le maten, su única razón de existir y por lo único de deben cuidar.
No había terminado tan duro esfuerzo de llevar una carretilla, ya tenía preparada tres, animándole su compañero:
- Vamos quío que es para hoy, esos hombres tienen que comer.
El bruto y holgazán de su acosador solo tocaba un botón para cargar la carretilla, ese era su trabajo, era incapaz de ayudar al compañero ni un segundo. Jamás en tres meses se enterneció lo más mínimo. Incluso se complacía cuando caía agotado Ramón.
Solía decir jocoso:- Eres una nena.
Llamaba a los demás que salían del andamio a reír.
- Mirad, mirad, la nena no puede más.
Este fue el castigo redimidor que le puso el capataz a Ramón por no querer trabajar dos horas extras cada día y exigir sueldo según convenio.
Hasta que lo dejo: hacia las horas extra, cobraba menos, trabajaba más.
Los gritos, el acoso, los insultos, fue el apoyo de sus compañeros.
Ramón y Manuel habían pasado muchas penalidades y pobrezas.
No prosperaron en ningún trabajo.
O bien eran despedidos por reclamar sus derechos, o bien lo dejaban de puro cansancio, tras inhalar productos tóxicos, soportar todo tipo de humillaciones e incumplimientos de contratos.
Abandonándose un poco a la resignación y al fatalismo, sin muchas ganas tampoco de mejorar ya que lo veían imposible, aceptaban la vida como les venia, que era mal.
Medio diezmados en su voluntad, un tanto resignados, acudieron a una asamblea de parados buscando una esperanza, como un acto de voluntad nietzscheano.
Todos reunidos en silencio escucharon la presentación de unos compañeros de valencia.
Traían un gran proyecto emancipador nacido de una fecunda imaginación.
-Veréis -dijo un caballero apodado melena- Vamos a realizar una granja escuela en Ademuz, la tierras son de este hombre, lo señalo, un ser de aspecto fiero llamado Ernesto, que sentado escuchaba en silencio. Allí realizaremos las obras de la granja escuela.
-Tenemos muchísima tierra. Lo no ocupado por las instalaciones será dedicado a la agricultura biológica y a la cría de animales.
Tras la presentación del proyecto, fue un acto de una media hora, sobre todo haciendo hincapié en lo bonito que era aquel tipo de vida, más que en el proyecto en sí.
Se hizo la petición de socios con dinero para aportar a la cooperativa, al necesitarse un capital de 3000 euros según ellos para constituirse.
El resultado de tanto esfuerzo predicador de las bondades de la granja escuela fue bastante frustrante.
Nadie se comprometió a pagar un euro, por andar el personal bastante canino y alienado del proyecto.
Mientras narraban las maravillas de la nueva vida que les esperaba a estos trabajadores, cuyo aspecto y expresiones era el de haber estado más bien en el mundo del campo, la obra, del peonaje de cualquier fábrica. Aquí y allá mecidos como el barco en la mar, manejados por todos, resignados a una vida de obediencia y malos tratos.
El verse convertidos en monitores de chiquillos a 100 kilómetros de sus casas disfrutando de la vida en comunidad y fraternal, no terminaba de cuajar en sus mentes, no se veían en el papel.
Dejar la paleta, la azada, para dedicarse a atender a niños. Hacer excursiones a caballo enseñándoles a las criaturas por donde vuelan las golondrinas, las mariposas, caminan las ardillas y otros secretos pedagógicos de la naturaleza, era pedirles demasiado.
El mensaje les parecería al de los curas en los domingos de sus infancias, donde tras la misa no había excursiones a caballo, y si que alguna que otra faena en el campo con sus padres.
Todo esto se alejaba de las expectativas de trabajo inmediato y comprensible para ellos.
Volvieron a formular la pregunta:
¿Cuántos quieren hacerse socios?
Hay que pagar 300 euros ya, constituidos en cooperativa podremos pedir subvenciones
Nadie se hizo socio.
Pregunto Melena quien quería unirse a los grupos de trabajo, en los cuales no había que pagar y si cobrar mientras se hacia la granja, contratados por la cooperativa.
Todos se unieron.
Se hizo una ronda de preguntas.
-¿Se ha realizado la memoria del proyecto, ya que me gustaría verla antes de ser socio?-pregunto Manuel-¿se ha evaluado las proyecciones de mercado, tanteado a los políticos de la zona para ver si darían los permisos de obra, hablado o contratado al aparejador, asesorado sobre legislación en materias de granjas escuelas, visto y contemplado donde residirían los trabajadores, como financiarse hasta que todo esto funcione que no será hasta dentro de varios años….?
¿El presupuesto del material de obra?- se escucho otra voz.
Melena y sus dos asociados se miraron, titubearon en las respuestas.
Uno dijo que no, el otro que sí.
Melena empezó a hablar
- el proyecto no esta realizado, pero hay que creer en él, primero establecemos la cooperativa, luego ya miramos como hacer las instalaciones, como financiarse y la demás horrorosa burrocracia. Por hacernos cooperativa nos dan 5000 euros, el proyecto es hacer la granja escuela. Es así de sencillo. Pero lo importante, insisto es creer en el proyecto. Lo del material de obra lo tenemos gratis, por Ademuz pasa el río Turia con mucha arcilla, la cogeremos y haremos adobes. Ves que fácil, ya tenemos material, es cuestión de creer y tener ganas de trabajar.
-Pero… el proyecto…. es decir la memoria del mismo, todos los cálculos tanto de planos de los edificios, como los permisos firmados, la rentabilidad, el presupuesto para acometer todas esas infraestructuras, el gasto de comida, veterinario de los animales… es decir una memoria hecha por técnicos contemplado todo ¿esta hecha? Insistía Manuel.
-Hecha, hecha no, dijo uno de los socios de melena, pero conocemos quien puede hacerla. Aquí entre nosotros, bueno en Valencia… es que no han podido venir, hay de todo, psicólogos, biólogos, maestros… Lo importante es fundar la cooperativa; lo demás da igual, da igual…comprendes. De aquí no salimos hasta que haya un tesorero, un secretario general, un presidente y cinco vocales, necesarios para la cooperativa. Una vez tengamos la cooperativas ya veremos que hacemos.
-En cuanto a las subvenciones no siempre se otorgan a todos los proyectos ¿Y si no hay subvención?- Pregunto Manuel.
- Nosotros no creemos en el estado, si no hay subvención mejor, no las necesitamos, creemos en la autogestión, el estado a nosotros no nos compra- comento el compañero de mesa de melena.
-Bien dicho, que se las metan por donde les quepa- dijo Melena.
- si no las necesitáis ¿para que habláis tanto de ellas? y ¿Cómo contempláis resistir tanto tiempo hasta que una empresa de tal envergadura funcione?
-Tenemos una revista, los trabajadores venderán revistas por la calles, así nos financiaremos. Y luego están las subvenciones que nos dan por fundar la cooperativa.
- Y si no hay subvenciones-insistía Manuel.
-Pues mejor- contesta Melena- que se las meta el estado por el culo, no nos hace falta, también limpiamos cristales.
A Manuel aquello le empezaba a parecer absurdo, un círculo contradictorio totalmente ambiguo, sin principio ni fin.
Todo se resumía en que de allí no se iban sin fundar la cooperativa. Estaban empecinados, ni a palos se le hubiera quitado de la cabeza la idea. Por otra parte la cooperativa no tenía proyecto. No sería más que un papel con deudas sin posibilidad de pagarla al no generar riqueza.
Nada tenía el más mínimo sentido. Nadie sabia de lo que hablaba, ni se entendía con el vecino. Cada uno hablaba en su propio idioma.
Necesitaban todos esos cargos para articularla e ir a pedir el dinero a Valencia.
Empezaron las votaciones, como no se conocía casi nadie entre sí, Melena y sus amigos se colocaron de tesoreros, secretario general, presidente.
Los vocales salieron entre el gallinero, totalmente a dedo, tu ¿tu quieres ser vocal? si uno decía si, era vocal, si otro decía no puedo, pues pasaba al siguiente. Así hasta salir los cinco vocales.
Menos mal que nadie se tiro a un pozo. Con la poca voluntad, iniciativa y entendimiento de esas personas, se hubieran tirado todos quedando huérfana la cooperativa. Y a empezar por parte de algún superviviente a buscar otra vez tesorero, presidente, secretario y cinco vocales.
Una voz pregunto. Y eso de los negocios de la revista ¿que tal es? Yo estoy interesado.
-Se trata de ir vendiendo por la calle esta revista- se la paso Melena-es una revista de semillas, de naturaleza. Vas a los negocios: bares, peluquerías, talleres y se invita a la persona a que se haga socio y ponga un anuncio por un módico precio.
Parecía ese tipo de negocios el de los mafiosos, ir vendiendo revistas como vagabundos por las calles.
También planteo melena diversos oficios marginales para financiarse, como limpiar cristales a cambio de la voluntad.
Cobro todo un aspecto con este tipo de propuestas de un ambiente de asociación de marginales. Solo faltaba que dijeran algo de apuestas, aparcar coches…
Todo carecía de un proyecto real, era la fantasía de unos ilusos charlatanes. No digo que tuvieran mala voluntad Melena y sus socios, pero si una inteligencia corta, y la creencias firme en la deficiencia mental de los humanos.
Manuel no planteo ningún tipo de pregunta más, ya que entendía que no valía la pena; por ser entupidas las respuestas y llenas de lagunas e incoherencia.
Junto a que observaba algo de mayor interés.
Estaba una chica preciosa en primera fila, dijo venir de Murcia.
Intervino en varias ocasiones formulando preguntas acertadas por racionales, llenando con un poco de sensatez tanta descerebrada.
Era discreta en sus comentarios, muy realista e increíblemente preciosa, mientras Melena y sus amigos de cuadrilla, partido o lo que fueran hablaban y hablaban, la mayoría de parados contemplaba a la murciana.
Soñando lo hermoso de una vida donde el trabajo no fuera una tortura y una explotación. La vuelta a la comunión con nuestros semejantes, en vez de la guerra actual. Con la murciana y cuatro así, si encima creyeran en la fraternidad humana junto con el amor libre, seria fantástico.
Del infierno de las azulejeras, al paraíso de Jorge Manrique con sus églogas pastoriles, pasando por mayo del 68.
La realidad se imponía a las ensoñaciones por falta de atención, con las peticiones de dinero, que era un gran despertador.
Para concretar el proyecto, ya que no habían traído por carecer del mismo nada más que buena voluntad, decidieron dar un golpe de efecto convincente, e invitaron a una comida en Ademuz a los asistentes, donde se podría contemplar in situ todo el proyecto, bajo el lema: Ver para creer.
Continuará
Ángel Blasco.
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